Que linda mi educación en tecnología, se rompió mi educación en tecnología
De programador en seis meses a layoffs masivos ¿Qué está pasando con la educación en tecnología?
Cuando era chica andaba mucho por el centro de Buenos Aires. Iba dos veces por semana a clases de piano en Florida y Lavalle. Para quienes no lo conocen el Microcentro porteño es un área urbana plagada de ruido, carteles y todo tipo de sobrecarga cognitiva. En esa época era muy, muy normal ver afiches impresos de calidad dudosa que rezaban “Carreras con rápida salida laboral. Recibite en 2 / 3 años” acompañadas de la foto de un radiólogo. La necesidad de trabajar existió siempre, las ganas de que cada minuto que trabajás te deje la mayor cantidad de dinero posible, también. En ese sentido las carreras cortas siempre fueron una forma de profesionalizarse para quienes no tienen el dinero, tiempo o ganas de pasar al menos cuatro años en la universidad.
La programación web se convirtió en la carrera corta y bien paga de nuestros tiempos. No sé de donde salió exactamente esta asociación pero me lo puedo imaginar: es el coctel que se da cuando hay inyección de capital en una industria, gran demanda de profesionales y la capacidad de profesionalizarse en relativamente poco tiempo.
Armar una academia de desarrollo web es también relativamente fácil, sobre todo porque para construir al principio las herramientas son siempre las mismas: HTML, CSS, Javascript y algún framework. Javascript, el único lenguaje de programación hecho y derecho de los tres, no requiere de una gran base teórica en sistemas de la información para comenzar a usarse productivamente. Esto ahorra tiempo y contenidos en la curricula y abre el juego para que casi cualquier profesional con experiencia pueda impartir conocimiento frente a un aula.
Esto no es una observación negativa hacia mis colegas ni al lenguaje, simplemente estoy ilustrando que por sus características muy particulares Javascript es más amigable de enseñar que otras disciplinas dentro del mundo de la programación.
El punto es que, a pesar de que esta opinión probablemente no sea muy popular, eso de convertirse en programador web en seis meses es completamente posible. Programador web, flojito de papeles en lo teórico y con una desventaja gigante con respecto a personas que vienen de cuatro o cinco años estudiando en la universidad, pero programador al fin.
Durante 2020 - 2021 el mercado IT explotó. Las empresas de servicios digitales se vieron especialmente favorecidas por las medidas sanitarias que incentivaban o directamente exigian distancia social y reclusión en los hogares. Se aceleró la necesidad de digitalizar negocios para no perder contacto con sus usuarios y esto llevó a un rápido crecimiento del sector.
La necesidad de construir nuevas herramientas impulsó una ola de contrataciones en el sector. La demanda de profesionales a su vez llevó a que los sueldos se inflen y los tiempos de contratación se acorten, simplificando procesos en el medio.
Y si bien las empresas denominadas big tech mantuvieron ciertos estándares y procesos de contratación, los años de pandemia vieron también un incremento sostenido en la cantidad de nuevos negocios fundados. Estas nuevas empresas se encontraron formando equipos en un momento de sueldos altísimos, rotación escandalosa y una demografía de profesionales experimentados con muchas opciones de insertarse en el mercado.
Ante la alta demanda de profesionales estas empresas tuvieron que buscar nuevas formas de atraer talento. La oferta de sueldos se infló en todo el sector, las empresas se animaron a las contrataciones remotas — no porque quisieran, simplemente era imposible ir a la oficina. Se normalizó la oferta de equity como parte del paquete de contratación y se sumaron diferentes beneficios como PTO ilimitado o presupuesto para equipo.
Aún con estas medidas la demanda seguía sin cumplirse. Mientras las empresas se sacaban los ojos intentando atraer a profesionales con experiencia, las academias educativas también veían un boom de estudiantes ingresando. A la promesa de salida laboral rápida se le sumaban otras como la posibilidad de trabajo remoto bien pago, beneficios increibles y sueldos estratosféricos.
La modalidad bootcamp no es un fenómeno de la pandemia. Este tipo de escuela ya existía y ganó popularidad enorme en paises donde no existe la educación pública de calidad por ser una alternativa económica (en tiempo y dinero).
La diferencia es que durante estos años los bootcamps enfocaron gran parte de su marketing en los beneficios de ingresar a la industria en tiempo de vacas gordas. Esto se exacerbó con la existencia de videos romantizando el trabajo en big tech que llenaban las redes sociales tanto pre como post pandemia.
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A mediados de 2022, acompañada por una economía tambaleante, la burbuja tech comenzó a explotar, iniciando un proceso de layoffs donde las empresas deciden cortar gastos y volver a un modelo más austero, una suerte de hacer más con menos. A esto se le suma la normalización de los sueldos, propiciada por la repentina oferta de talento en el mercado. De hecho no me sorprendería que más de una empresa haya desvinculado puestos solamente para volver a contratarlos por menos dinero.
Fast-forward al día de hoy. La mayoría de las academias de programación ya no utiliza el slogan “de X a programador en seis meses” pero detrás de cámara el mensaje sigue siendo el mismo. Se presentan como una alternativa rápida (y en algunos casos económica) frente a la educación superior formal. Y es entendible, esto es, al final del día, su principal diferencial.
En los últimos años escuché más de una vez a colegas declarar que “trabajar con egresados de bootcamp es un perno”. Para mi esta es una generalización horrible por dos motivos: En primer lugar porque asume que lo único importante en un profesional es su habilidad técnica. En segundo lugar porque estigmatiza a los egresados, incluso a aquellos que al margen de un bootcamp particular siguen buscando formarse para lograr una oportunidad en esta industria.
Pero más allá de que sistemas está lleno de personas con opiniones polémicas, creo que hay un dejo de verdad en la dificultad de trabajar con profesionales que vienen de otro trasfondo. Sobre todo porque los egresados de bootcamp suelen ser muy buenos en un pequeño subset de cosas. Conocen una o dos tecnologías a fondo pero les falta el contexto para entender por qué las cosas se hacen de ese modo. Esto a nivel laboral los convierte en candidatos poco flexibles. Si le sumamos la falta de experiencia y la falta de softskill en sus compañeros experimentados tenemos la receta perfecta para generar malos entendidos en la comunicación.
En un contexto de contratación constante y alta rotación es más fácil resolver este problema, pero ante la desaceleración actual y sumando la filosofía de “hacer más con menos” es entendible que los equipos busquen tener en sus filas profesionales flexibles que puedan saltar de una tarea a otra sin problema. El rol del generalista universitario vuelve a tomar fuerza.
A diferencia de mis colegas más conservadores, yo creo firmemente que esos problemas se pueden resolver y que no importa tanto de donde o en que orden venga el conocimiento mientras que efectivamente llegue. Un egresado de bootcamp puede llegar a ser un excelente profesional y como industria podemos hacer que ese camino sea más simple.
Creo que es responsabilidad directa de las escuelas empezar a dar a sus alumnos herramientas extra que los saquen de los límites del stack de moda establecido. Que les enseñen también sobre la cultura de trabajar en tech, sobre que esperar, sobre que conocimiento deberían buscar en cuanto terminen su educación con ellos. Que al menos apunten a recursos curados para ir a buscar esas bases que eventualmente el sistema les va a exigir ya sea para darles una oportunidad o para romper el techo de puesto.
Y creo sobre todo que tienen que empezar a planear un nuevo tipo de marketing cuyo fin no sea simplemente vender más cursos. Escupir egresados exponencialmente al mercado laboral no parece ser una estrategia de negocio sostenible en el tiempo, es sólo otra burbuja esperando explotar. Tiene que existir una mejor forma de hacer las cosas, o al menos una donde prime generar profesionales con sustento.
También considero que le deben a sus alumnos y a la industria en general el esfuerzo de mejorar su marca de cara a la contratación. Tomar las riendas de como son percibidos sus egresados para posicionarse nuevamente como una alternativa o complemento deseable a otras formas de estudiar.
Como persona que tuvo la oportunidad de asistir a la universidad pública y también a la privada les puedo decir que fue una experiencia que me costó mucho por razones diversas. Neurodiversas, especificamente.
Existen miles de razones por las cuales una persona puede resultarle prohibitivo el acceso a la formación superior. Geográficas, económicas (si, asistir a la universidad pública requiere dinero), de salud, o simplemente por contexto (tareas de cuidado, responsabilidades, jornadas laborales extendidas, etc). Los cursos de buena calidad con opciones remotas pueden ser una excelente alternativa para suplir estos faltantes… siempre y cuando sus motivaciones no vengan solamente de la mentalidad picadora de carne.
La irrupción de la programación web como alternativa educativa y profesional nos trajo de todo: un atajo hacia la empleabilidad, una solución práctica para empresas en crecimiento, y muchos desafíos para los sistemas educativos tradicionales. En este torbellino de cambios y adaptaciones, la pandemia aceleró y dejó en evidencia tanto las oportunidades como las brechas existentes.
Mientras las academias y bootcamps se adaptan al escenario pospandémico y una industria en busca de la estabilidad, el debate sobre la educación informal vs la universitaria sigue más vivo que nunca. Para mi, lo que se vuelve cada vez más claro es que no hay un único camino hacia el éxito profesional. El mercado laboral de hoy, y más aún el del futuro, requerirá de una amalgama de habilidades, flexibilidad y una constante adaptación al cambio.
Necesitamos entonces que tanto instituciones educativas como empresas, y los mismos profesionales, no se aferren únicamente a modelos tradicionales o tendencias pasajeras. Que busquen un equilibrio que permita el desarrollo de carreras sostenibles y flexibles. La formación en programación, sea a través de la universidad, academias o de manera autodidacta, tiene que ser vista como una pieza de un rompecabezas más amplio, donde la educación continua y la adaptabilidad serán las verdaderas protagonistas.
Más allá de las opiniones encontradas, la educación en programación web y los modelos educativos emergentes tienen el potencial de ser grandes igualadores sociales, si se llevan a cabo con responsabilidad y visión a largo plazo. Como industria deberíamos estar dispuestos a aceptar y abrazar los múltiples caminos hacia el crecimiento personal y profesional, entendiendo que la diversidad en la formación es, en sí misma, una riqueza y un motor de innovación. El futuro laboral no es una línea recta, es un entramado de senderos que ofrece distintas maneras de llegar a un destino que está en constante evolución.
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Me gustó mucho el artículo y me siento identificada. Estudié algo no relacionado a sistemas y en 2020 después de un bootcamp empecé a trabajar como desarrolladora frontend (caso tipico que describis jaja). Todavía trabajo de eso, pero siempre siento que me falta cierto conocimiento "base" y no estoy segura como abarcarlo. Estudié algunos algoritmos por mi cuenta y me anoté a un curso de redes hace poco, pero igual siento que me falta un montón de conocimiento todavía.