Esta historia comienza como tantas otras, con un final. Un final que se cuece en una oficina de Correo Argentino a 30km de mi casa donde un empleado con muchos años y pocas pulgas me dice “Nena, lo llenaste mal. Es esta linea de arriba es el renglón. Acá la fecha va en este formato, con barras. Hacé de nuevo y me lo traés, dale”.
Es la segunda vez que me manda a corregir el telegrama, pero lo perdono. Primero y principal porque me dijo nena. Ya nadie me dice así. Y también porque siempre me quejo de que la gente no lee las instrucciones pero acá estoy, un martes a las 15hs, siendo aleccionada (y con razón) por un empleado del correo. Me lo merezco.
La realidad es que lo estoy haciendo sin ganas porque se que es una formalidad. Mi telegrama de renuncia está condenado a no encontrar a sus recipientes en la dirección de envío porque la empresa que fundamos hace cinco años hace tiempo ya dejó de operar ahí. Si, me estoy mandando un telegrama de renuncia a mi misma y se que no va a llegar. Pero necesito la constancia del envío para que el contador pueda darme de baja a mi y a la empresa. Burocracia un poco, poesía también.
Hace cinco años se fundaba CourseIt con la idea de revolucionar la enseñanza de programación web ¿La propuesta de valor? Ser la primera escuela argentina con modalidad de enseñanza híbrida. Podías ir a las clases o tormarlas a distancia.
Al principio eran solamente Juan y Damián. Tuvieron suerte con la primera camada porque lograron captar personas que estaban teniendo una pésima experiencia en otro lugar. En realidad las capté yo, digamos todo. Yo tenía gente, ellos un producto sólido. Jackpot.
Como tantas cosas en mi vida profesional mi paso por CourseIt fue un poco de preparación y mucho de estar en el lugar correcto en el momento correcto.
El impulso inicial de gente nunca nos abandonó. Cada camada de estudiantes tuvo más éxito que la anterior. Cada marzo empezaba con la sala llena, pero a medida que los meses avanzaban y daban lugar al frío la presencialidad comenzaba a desaparecer y nos encontraba con todos nuestros alumnos conectados de forma virtual. ¿La retención por camada? Bien arriba del 80%.
En esa época yo twitteaba poco y variado. Nuestra presencia en redes era nula.
Empecé a crear contenido para mantener el flujo de personas llegando a estudiar y funcionó. Marzo 2020 nos encontró con dos cursos a capacidad completa. Compramos una mesa extra y veinticuatro sillas más para que todos tengan su espacio. Empezamos la cursada con la sala explotada de personas en modalidad presencial y un poco más del doble remoto. Pero la vida tenía otros planes. A las dos semanas se decretó la cuarentena en CABA. Pasamos todos los alumnos a modalidad virtual y abandonamos la oficina quince días después.
¿Las sillas? Gracias por preguntar. Bien, tengo ocho en la mesa de la galería, dos en el playroom y una en la habitación de los chicos. El resto las vendí. Gracias COVID-19.
Fue así como 2020 se transformó en nuestro primer año de cursada 100% virtual. Tuvimos una ventaja estratégica enorme al tener la parte virtual resuelta. Nada de clases por zoom, nuestra plataforma estaba preparada para las clases a distancia. A mitad de año volvimos a abrir cupos y los volvimos a llenar. A fin de año abrimos un curso de backend con Node (que dicté yo) y lo volvimos a agotar.
Trabajábamos sin parar, cinco personas, dando clases, preparando el contenido. Pensando como escalar. Sumando profesores. Según las proyecciones nos iba excelente. Teníamos todo: calidad, retención y sobre todo la confianza de la gente.
Pero esta vez fuimos nosotros y no la vida los que armamos otros planes y en 2021 decidimos cambiar de rumbo. Sabíamos que escalar ese proyecto iba a requerir una cantidad de micromanagment en cosas que no queríamos manejar. ¿Iba a ser enorme? Seguro ¿Teniamos ganas de hacerlo? No.
Me imagino como persona externa leyendo eso que acabo de escribir y pensando lo mediocre que hay que ser para tener algo tan hermoso entre las manos y soltarlo porque no tenés ganas. Si pensaron eso los entiendo, yo quizás, en otro momento me mi vida hubiese pensado igual.
Estamos tan condicionados a que el éxito se mida en términos de métricas que muchas veces ignoramos el contexto. Y estamos tan acostumbrados a que todo tiene que ser más grande, más usado, más novedoso que a veces nos olvidamos de preguntarnos lo más importante: ¿Queremos dedicarle nuestro tiempo?
La respuesta general fue que no. Escalar era posible pero no sin perder calidad. Si no me creen vayan a analizar cualquier bootcamp masivo. La experiencia de cursada depende 90% de la calidad del profesor. Si no podés controlar eso perdés el control de tu propia calidad. A nosotros crecer así no nos significaba nada.
Como escupir camadas a troche y moche no iba con nuestra idea educativa decidimos iniciar un plan de retiro de los cursos presenciales. Habilitamos cursos online por subscripción y nos fue muy bien. Cada quarter las subscripciones subían, cada fecha de oferta las ventas explotaban. Pasó el tiempo. Las ventas se estabilizaron, las cuarentenas fueron desapareciendo. Todos, nosotros incluidos, empezamos a necesitar vivir otras experiencias. En el medio se agrandó la familia, nos encontramos buscando otras modalidades laborales, viajamos mucho, nos mudamos. Pasaron cosas.
Con los cursos online pasa lo mismo que con los presenciales, pero en otro sentido. El contenido queda desactualizado, las tecnologías evolucionan y cambian. Pero eso no nos molestaba. Lo que si no nos terminaba de cerrar es que hay algo en la modalidad de cursada asincrónica virtual que no termina de ser auténtico y no se traduce bien en el aprendizaje. Al menos para mi gusto. En esa linea decidimos dedicarnos a otras cosas.
CourseIt siguió funcionando como proyecto independiente por mucho tiempo. Hoy en día está en pleno plan de atardecer, pero esto no nos genera tristeza (bueno, quizás, es más como una cierta nostalgia). Fue un proyecto que nos dio mucho rédito y aprendizaje. Nos ayudó a entender lo que queremos hacer y lo que no nos interesa ni por casualidad. Y a mi particularmente me abrió las puertas a hacer redes y que hoy este artículo lo lean más de dos personas. Y sobre todo que me acercó a enseñar, algo que nunca antes me había planteado hacer y era la pieza que faltaba en mi perfil vocacional.
Tengo todavía muchos interrogantes sobre como podemos enseñar tecnología para limitar la barrera de entrada y generar excelencia. Como podemos ayudar desde las plataformas virtuales a conectar los puntos para quienes ya están navegando su camino a través de la educación tradicional. Todas las escuelas quieren ser la mejor y la única en tu vida. Yo no quiero eso, no tengo esa necesidad de alma mater. No quiero reinventar la rueda, pero me gustaría complementarla con algo que la haga mejor.
Por eso me puse a crear algo nuevo. Cómo dice la descripción del substack este es el recuento de mis experiencias armando eso ¿Va a salir bien? No lo sé ¿Va a perdurar en el tiempo? No lo sé ¿En dos meses estaré trabajando para una multinacional? Todo es posible. ¿Les voy a contar de que se trata? En la próxima edición
Lo importante es probar, porque como dijo Frank Borman, uno de los tripulantes del Apollo 8:
“La exploración es realmente la esencia del espíritu humano“
Y que mayor aventura que explorar que hacemos con nuestra vida. Gracias por leerme, nos vemos en quince días
Muy inspirador. Gracias por compartir esto!
Me emocioné, espero con ansias el próximo cap :)